sábado, 21 de enero de 2012

Blancos invernales

El consumo de vino blanco baja mucho en invierno. Como si por tomarlo frío fuera cosa sólo del verano. De hecho hay muchos aficionados al vino que consideran el blanco casi como un refresco (con alcohol), muy por debajo del tinto, en cuanto vino. Por supuesto que hay blancos así, sobre todo refrescantes, sin más pretensiones. Y está muy bien, porque cuando la calor aprieta se agradece. Pero no son todos ni mucho menos. Hay blancos con paladar, con sabores complejos y el mejor momento para comprobarlo es ahora cuando no hay que tomarlo helado, como en verano. Estos blancos con personalidad, invernales,  tienen la peculiaridad, no sólo con respecto a otros blancos, sino también a los tintos, de fermentar en madera. Por lo común los tintos, fermentan en cubas de acero inoxidable y se crían en barricas de madera. En el caso de estos blancos fermentan ya en madera, reciban después crianza o no. Eso les da una coloración más intensa hacia los tonos dorados y los aromas frutales de la fermentación se mezclan con los aportados por la madera, por lo general de roble, como sabemos. Esta alquimia debe ser sutil porque los blancos son delicados y un exceso de madera los estropea. Dos ejemplos de blancos para degustar en invierno, vinos para paladear a un temperatura algo menor que la del tinto, entre 8 y 10 grados, son Organza de Sierra Cantabria y Marqués de Alella.
Organza se elabora a cargo de un enólogo de excepción, Marcos Eguren, cuya familia posee los viñedos y bodegas de Sierra Cantabria. Es un vino fermentado en barrica de roble y enriquecido con levaduras seleccionados. Fermenta tres meses en barrica, a los que se añaden seis meses más de crianza, también roble. Es un vino sedoso, frutal, sorprendente, magnífico para maridar con quesos.

El Marqués de Alella, también fermentado y criado en madera a partir de uvas chardonnay es otro muestra de blanco cremoso, con toques vegetales, limpio y estimulante en boca. Ideal para pescados pero también para carnes, sobre todo ligeras, pato, por ejemplo. El invierno es un buen momento para estos blancos maduros. Cuando queráis, en el Gallinero podéis hacer la prueba.

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